lunes, 22 de septiembre de 2014

Eres MÍA ("re-relato")

Este fue el primer relato que dejé en este blog, he decidido, traerlo de nuevo a "la primera página".

Te miro los labios pintados, los ojos pintados, la minifalda y hago lo que me apetece, eres MÍA, puta andrajosa, te abofeteo porque quiero, yo soy Dominante, tú MI perra, la que se entregó a mi sin límites ni contemplaciones.

Me saco la correa del pantalón y te azoto hasta que quedas en una esquina, encogida, gimoteante, con las lágrimas saltadas, casi a punto de comenzar a llorar, te miro con desprecio perra, sé que te encanta; vuelvo a darte con la correa, sigo hasta que los biceps me arden y entonces, cuando tus lágrimas recorren a raudales MIS mejillas te miro a los ojos y simplemente te digo:

"Los hombres no lloran, maricón".

Luego me deshago del pantalón, y premio tu entrega permitiéndote hacerme un cunilingüis; más tarde hacemos lo que siempre, hablamos durante horas, tú me dices qué sentiste, yo te mimo, eres MÍO, y yo, por mucho que digan que no se debe pensar así, simplemente me siento TUYA.

Ojazos y yo hemos pensado ampliar el blog con una sección de relatos del que este es el primero de ellos; nos encantaría conocer vuestras opiniones, gustos, etc.

Un saludo

Karl H

lunes, 8 de septiembre de 2014

Me gusta que me azoten

Me gusta que me azoten
Os dejo a continuación un nuevo relato, casi tan real cómo la vida misma

Subo al tren, sujeto el teléfono móvil en la mano izquierda, mientras distraídamente voy colocando con la derecha el boli y el cuaderno sobre la mesita, el sonido del móvil me distrae un momento de esa manía que tengo de escribir en casi cualquier parte, miro en la pantalla el anuncio de dos redes wifi abiertas; una de nombre "normal" la otra me hace esbozar una sonrisa, la leo de nuevo megustaquemeazoten.

El escritor da paso al sádico que se mueve inquieto en el asiento, en mi mismo vagón hay un chico de unos veintitantos y una chica de unos cuarenta y tantos, una red wifi normal alcanza tranquilamente los 200m, ¿pero y una telefónica? Miro las líneas de potencia de la señal, dos rayitas abajo me dicen que la red abierta está lejos, ¿pero en qué dirección?

Me levanto y me voy de bureo por el tren, primero en una dirección, luego en la contraria, y sí, usando la potencia de la señal cómo guía, hasta llegar a un vagón en el que una preciosa rubia lee un libro y el revisor acaba de entrar por el otro extremo del vagón ¿cuál de los dos será?

Dejo que el revisor pase y se largue, y vuelvo a mirar la señal del móvil, sigue quieta, petado de rayas, sonrío, y le pregunto a la rubia...

"¿Le gusta que la azoten?"

La rubia sonríe, se levanta y me mira de arriba a abajo...

"No, me gusta azotar, ¿por qué?"

Le sonrío de nuevo, entiendo la táctica de paciente pescador que tira el sedal con un anzuelo muy apetecible que obviamente por su ambigüedad me ha hecho recorrer medio tren buscando con quién sacarle el polvo a la correa.

Me mira y comprende, y me invita a charlar, y charlamos, y seguimos charlando hasta que aparece "otra víctima de la curiosidad", y entonces, simplemente la dejo irse con ella a disfrutar al aseo del tren, mientras me retiro pensando que hay que ver cómo ha cambiado el mundo desde que yo empecé...

Un saludo

Karl H

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Runrun

Runrun
Dejo a continuación un relato corto que acabo de escribir. Espero que os guste

La miro, me mira, me reta desde lejos, luego da dos pasos hacia mi, se acerca con una decisión casi suicida, cuándo llega a su marca levanta el mentón y hace patente más esa manera de retarme, le doy un par de bofetadas, y cae al suelo, entonces la voz del director suena con su característico "Corten"

Cada vez más en este maldito corto noto un runrún haciéndome pensar que esto no es sólo un corto, que es algo más, que se está despertando algo en mi interior, cuándo la abofeteo, gozo, cuándo las escenas se hacen más heavies, gozo, cuándo me reta y por mor del guión la pongo en su sitio, gozo.

No tengo pajolera idea de que me está pasando, no hago más que pensar, odio la idea de que el rodaje del corto finalice.

Alguien llama a mi camerino. Es ella, me mira desde la puerta con la mano sobre la mejilla que acabo de abofetear, se la acaricia suavemente mientras sonríe, no le digo que pase, pero lo hace igualmente, luego, lentamente se acerca hasta el alcance de mi mano, levanta el mentón y espera su bofetón.

Suena por el altavoz la voz del ayudante de dirección, convocándonos a todos al rodaje; ella me mira desde el suelo, se levanta con decisión, parecería cómo que la persona que entró de mi camerino y la que se marcha son tan distintas cómo la noche y el día; al pasar por mi lado me musita un suave "gracias", luego se marcha, y yo, yo caigo en la cuenta de que ya no soy yo, el de antes, ¿qué ha pasado?

El tiempo discurre con una lentitud pasmosa, el rodaje finaliza un buen día y ella se marcha hacia otros proyectos dejándome un amargo dulzor en los labios.

La vida sigue, hasta que un día al entrar en una cafetería reaparece ese runrún al ver a una chica sentada en una silla con una postura muy determinada, me acerco hasta ella y le pregunto su nombre. "María" - me responde. "Me refiero al otro nombre" - le digo sin más. Ella enrojece hasta la médula y sus pezones se marcan en la tela de la blusa que lleva puesta, no le pregunto si puedo sentarme con ella, simplemente me siento y SOY.

Un saludo

Karl H

lunes, 1 de septiembre de 2014

Esencia

Estamos sentados en sendas sillas, a una mesa, en una de esas terrazas de verano en las que puedes tomarte una cervecita o un refresco y una tapa, y despedirte del calor hasta mañana, porque el día ha sido de aúpa, y por fin el levante ha dado paso a un viento fresco que parece que tira de todos nosotros hacia la calle, cosas de la cultura mediterránea, a pesar de vivir a unos cuántos kilómetros del Mar de Tetis.